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jueves, 22 de octubre de 2009

Varios coros recorren los 24 chigres participantes en 'Gijón de sidras' para acompañar los culinos y las cazuelas con tradicionales canciones

«Los añorábamos mucho». Otilia Iglesias y Eduardo Vega no los escuchaban en las sidrerías desde hace varios años, pero todavía recuerdan que «la última vez fue en Luanco». De repente, mientras disfrutaban de unos culinos, escucharon el estribillo «marinera, no desprecies mi barquina» a capella, con varias voces masculinas en distintos tonos. Sus cabezas se dirigieron hacia el lugar en donde estaban los ocho hombres y volvieron a su infancia: cuando los cancios de chigre aún se escuchaban en cualquier lugar de Asturias.

Durante esta semana y en el marco de 'Gijón de sidras', estas tradicionales canciones vuelven a ambientar el escanciado y el disfrute de la bebida asturiana por excelencia. A los culinos y las cazuelas que ofrecen los 24 establecimientos participantes en esta iniciativa, había que sumarle el otro elemento característico de la vida social en el chigre: los cancios populares. Para ello, varios coros van de sidrería en sidrería deleitando con sus voces a los clientes, que escuchan con asombro y nostalgia las letras que cantaban sus padres.

«Lo que faltaba era animar todo esto», dicen Andrés Menéndez y Domitila Fernández mientras apuran una botella de Trabanco en La Chalana con las voces del Coro Cantábrico de fondo. Este matrimonio recuerda que «antes si no se cantaba en el chigre no se cantaba en ningún lado, y en los pueblos cantaba cualquiera». Pero este ritual espontáneo para tomar la sidra y que convertía al chigre en una fiesta diaria se ha ido perdiendo, principalmente por la oposición de muchos vecinos. «Ahora se prohíbe todo. No sé a quién le puede molestar que alguien cante en el chigre», lamenta Andrés.

«Cuando era guaje...»
La mayoría de clientes de las sidrerías coincide con esta opinión y muestran su asombro ante la pérdida de esta tradición asturiana, que ahora tiene que refugiarse en los concursos de una manera más organizada y no en la espontaneidad de los chigres. «Es una pena que estas canciones se pierdan», señalan Mercedes Ben Salah y Rubén Carrera. Para los dos los cancios de chigre «son la combinación perfecta para disfrutar de unas sidras, ya que da mucho ambiente al lugar». No en vano, este ambiente festivo es el rasgo más característico del mundo de la sidra, ya sea en el chigre o en el prau.

En este sentido, Carlos Martínez recuerda que «cuando era guaje, el chigre metía miedo los sábados», en referencia a la multitud de gente que acudía para escuchar las voces de unos y otros. Por eso, insta a los hosteleros «a quitar el letrero de prohibido cantar, porque esto es algo de toda la vida». Más rotundo se muestra José María Prado, componente del Coro Cantábrico y del Ochote Noega, quien asegura que «la gente se anima y le presta mucho la música en la sidrería, ya que esto es de Asturias y de los chigres».

«Oferta muy tentadora»
Estos cancios complementan la oferta de 'Gijón de sidras', que en opinión de Rubén Carrera es «una iniciativa muy tentadora, muy gastronómica y muy de la tierra». Por su parte, Eduardo Vega indica que «igual que hay rutas del vino, me parece bien que haya también de la sidra». Y si entre culín y culín, puedes escuchar y cantar «mocina, dame un besín para guardarlo hasta que vuelvas», pues mucho mejor.

Fuente: http://www.elcomerciodigital.com

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